915 616 320 info@aedeweb.com

La mujer egipcia se casaba muy pronto, normalmente lo hacía a los 12 años, porque a esa edad la mujer, por el clima y el trabajo, ya había madurado y podía tener hijos. Sin embargo, los hombres se casaban más mayores porque para unirse con una mujer tenían que tener recursos para poder sacar adelante una familia. 

Una niña atiende a las damas nobles. Tumba de Najt. Reino Nuevo. Tebas

No existía el matrimonio como lo conocemos nosotros, con una ceremonia pública civil o religiosa, sino que era un acuerdo social y moral entre el futuro marido y la mujer, en el que declaraban su deseo de permanecer unidos. Normalmente este acto se hacía en presencia de la familia que debía estar de acuerdo. Los egipcios usaban la expresión “fundar una casa”, y consistía en que la mujer se instalaba en la casa del hombre. A veces se establecían contratos con las aportaciones de cada uno, ya que la mujer tenía sus propios bienes que conservaba después de casarse.

Se sabe que la mujer era bastante respetada, y disponía de cierta libertad para la época en la que vivieron, sobre todo las de las clases altas. Una mujer o un hombre podían separarse de su pareja si tenían motivos justificados para hacerlo. Los más comunes eran la infidelidad, el adulterio y la esterilidad. A veces, para asegurar que la mujer no se iba a quedar sin medios para vivir, se firmaban unos documentos en los que el futuro marido garantizaba que en caso de separación (porque se hubiera enamorado de otra) le daría una buena parte de lo que tuviera la pareja, y que los hijos serían los herederos (sobre todo a partir de la dinastía XXVI).

Los egipcios tenían un código moral que valoraba la fidelidad y el respeto en la pareja. Esto lo podemos ver reflejado en numerosas esculturas de matrimonios, donde la mujer abraza al hombre o aparecen juntos en buena armonía.

Pareja con gatito debajo de la silla. Reino Nuevo. Rijksmuseum van Oudheden. Leiden

El objetivo principal de la familia eran los hijos, que habrían de perpetuar la memoria del padre (y a veces, también de la madre), organizando su enterramiento y manteniendo su culto funerario y que, además ayudarían en las tareas cotidianas.

Los niños

Los niños egipcios no eran muy diferentes a vosotros; jugaban, reían, querían a sus familiares y los más privilegiados asistían a algo parecido a una escuela.

Uno de los rasgos del antiguo Egipto es el cuidado y amor otorgado a niños y niñas, que hemos encontrado en numerosos textos. Ya antes de nacer, las madres se protegían a sí mismas y a los niños con distintos amuletos. Sabemos que los egipcios querían y consideraban tanto a los hijos varones como a las niñas, si bien es cierto que preferían hijos varones que pudieran ayudarles con las tareas pesadas.

Madres con su hijo en brazos. 3000 a.C. Museo de Berlín

El nombre que recibía el niño al nacer se lo daba la madre y expresaba un sentimiento o un deseo, por ejemplo, Amenhotep quería decir “Amón está satisfecho”. No tenían apellidos, pero sí tenían apodos o motes para abreviar nombres más largos o como apelativos cariñosos.

Los niños estaban al cuidado de la madre en la primera infancia o de una nodriza si la familia tenía medios para contratarla, después si era un varón se encargaba el padre, que le instruía en la moral y en su profesión.

Maia, nodriza de Tut-anj-Amón con el rey en sus brazos. Reino Nuevo. Saqqara

Pese a que sabemos que en el Antiguo Egipto sólo unos pocos eran capaces de leer y escribir, (concretamente de un 1 a un 4%), también conocemos que existían escuelas de escribas, donde los niños que iban a acceder a trabajos importantes que requirieran la lectura y la escritura, acudían entre los 5 y 10 años, para aprender este difícil arte. Ser escriba en Egipto era una profesión muy valorada. También podían estudiar en la “Casa de la Vida” de los templos donde recibían instrucción los alumnos más aventajados.

Aunque sabemos que no había ninguna prohibición concreta que impidiera a las niñas recibir educación en la escuela, sabemos que muy pocas supieron leer y escribir.  A ellas se las educaba para desempeñar tareas relacionadas con el cuidado de la familia y el hogar. Las de las clases superiores sí recibían educación en música y danza y podían leer y escribir en algunos casos.

En general, la educación de niños y niñas establecía una distinción que determinaba el papel que cada uno desempeñaría en la vida: ellos serían los cabezas de familia y ellas, las señoras de la casa. El hijo mayor era el que solía heredar la profesión del padre.

En el arte egipcio distinguimos al niño porque con frecuencia llevaba una coleta lateral que mantenía hasta la pubertad. A veces, cuando reproducen a un dios niño, lo vemos llevándose un dedo a la boca, mientras que el faraón, aunque fuera aún muy joven, no suele representarse como a los demás y aparece en forma de adulto (como en la imagen superior), muchas veces mamando en brazos de su nodriza o de una diosa.

Tumba del príncipe Amonhirjopeshef. Valle de las Reinas

Juguetes y juegos

Se han encontrado juguetes que no parecen tan diferentes de los que utilizan los niños de hoy en día (si exceptuamos los videojuegos, claro).

A los niños egipcios les gustaba jugar al aire libre. Tanto niños como niñas hacían deporte; ellos solían desarrollar actividades competitivas, mientras que ellas preferían otros ejercicios gimnásticos, como la danza o los malabares. Sabemos que jugaban con peonzas y con tabas, un juego muy divertido que aún se puede comprar hoy, aunque con tabas de plástico en lugar de las tradicionales de hueso. Muy habitual eran los juegos de pelota y aros u otros que podrían parecerse a la rayuela o al hockey.

Fichas de juegos de mesa y una taba. Reino nuevo. British Museum.
Niñas haciendo malabares. Tumba de Jety.  Reino Medio. Beni Hasan
Niñas saltando unas sobre otras. Tumba de Jety. Reino Medio. Beni Hasan

Era importante que supieran pescar y nadar, pero también que escucharan cuentos e historias que les sirvieran para estimular la imaginación, aprender qué era bueno y qué era malo u otras cosas útiles para su futura vida de adultos.

Además, hemos encontrado, muñecas de madera y trapo, también caballitos con ruedas, pelotas de fibras vegetales, figuritas de hombres que se mueven simulando moler el grano, tan necesario para la elaboración de pan y cerveza. También tenemos ratoncitos, gatos, cocodrilos, etc con la boca articulada e incluso un perro que avanza al mover una palanca, etc…

Muñeco articulado. Reino Nuevo. Rijksmuseum van Oudheden. Leiden.
Ratón articulado, Reino Nuevo. Rijksmuseum van Oudheden. Leiden.
Cocodrilo articulado. Reino Nuevo. Museo de Berlín.

Muñeca, Dinastía XII. Museo Myers. Eton College.

Tomado de: https://www.metmuseum.org/exhibitions/listings/2000/myers-museum/photo-gallery

Los egipcios tenían lo que hoy conocemos como “juegos de mesa”, el que más les gustaba era el “Senet”, que se jugaba sobre un tablero dividido en 30 casillas, algunas marcadas con signos jeroglíficos. Cada jugador tenía fichas diferentes y las tiradas se hacían con unos palitos o varillas planas por un lado y redondeadas por otro; dependiendo de cómo cayeran, se sabía el número de casillas que se podía avanzar sobre el tablero, porque los dados no aparecieron hasta el periodo romano. Este juego tenía un sentido simbólico y lo vemos representado en muchas tumbas.

Juego del Senet . Reino Nuevo. Museo Egizio. Turín.

Otro juego conocido, quizá el más antiguo, era el de “Mehen” o juego de la serpiente (del que os hablamos en la ficha 22. “La Herencia del Antiguo Egipto”). Este juego consistía en un tablero en forma de serpiente enrollada y cola con forma de oca que estaba dividido en casillas. El jugador partiría de la cola y tendría que ir avanzando hasta llegar a la cabeza del animal.

Juego de la serpiente o Mehen. Reino Antiguo. Rijksmuseum van Oudheden. Leiden

Se jugaba con tres fichas con forma de león, otras tres con forma de leona y 6 en forma de canicas. Se cree que en este juego está inspirado el actual juego de la oca.

Finalmente había otro juego llamado “perros y chacales”, que consistía en que cada jugador introducía 5 piezas en unos agujeros. El tablero tenía 2 zonas con 29 agujeros cada una; el objetivo era llegar al agujero 30 lo antes posible. Uno de los jugadores llevaba las piezas que tenían cabeza de chacal y el otro las que tenían cabeza de perro; el extremo de éstas terminaba en punta para poder introducirlas en los orificios del tablero.

Juego de perros y chacales. Reino Medio. Metropolitan Museum. Tomado de: https://www.metmuseum.org/blogs/metkids/2016/ancient-egypt-game

Lamentablemente, no conocemos las reglas de ninguno de los juegos egipcios y no podemos saber si eran juegos que escondían un significado mágico y simbólico.

Textos: Elisa Castel y Helena Oliver

Fotografías: Teresa Armijo, Elisa Castel, Miguel Gamero, Antonio Lobo, Helena Oliver, Francisco Pérez Vázquez, Cristina Pino, Rosa Pujol, Jaume Vivó, SoloEgipto.

Para el resto de imágenes, las citadas en los pies de foto.