La literatura.- Ya os hemos contado que había muy pocos egipcios que supieran leer y escribir. Sin embargo, esta civilización nos ha dejado una gran cantidad de documentación escrita tanto en forma de cuentos de ficción, como en textos sapienciales en los que un personaje aconseja a otro (generalmente su hijo) como ha de comportarse ante determinadas situaciones o personas. Así como, tenemos mucha literatura funeraria.
También disponemos de biografías, cartas, textos administrativos, religiosos, mágicos y científicos e incluso relatos históricos, poemas amorosos o documentación de su vida cotidiana y profesional, gracias a la cual conocemos muchos detalles de su vida, de su trabajo, de sus costumbres y de sus valores morales…
Carta escrita en hierático de Heqanajt, un funcionario tebano de clase alta, dando instrucciones a su “mayordomo” un hombre llamado Merisu, responsable del funcionamiento de su hogar, mientras Heqanajt está ausente. Tomado de: https://www.metmuseum.org/art/collection/search/545445 |
Pero mucho más habría quedado si no se hubiese quemado la Biblioteca de Alejandría que debió ser, con muchísima diferencia, la más grande que existió en aquellos tiempos y que se creó bajo el reinado de Ptolomeo I.
Algunas obras de la antigua Grecia se inspiran en la literatura egipcia. Por ejemplo, el viaje de retorno de Ulises tendría similitudes con la historia del dios Osiris. Incluso algunos cuentos populares, como “La Cenicienta”, parecen estar basados en cuentos del antiguo Egipto. Éstos se narraban en público en algunas ocasiones especiales, de manera teatralizada, encontrándose marcas, durante el Reino Nuevo para facilitar el recitado.
Entre los relatos más conocidos está por ejemplo “El Cuento de los Dos Hermanos”, el de “El Naúfrago” o el de Sinhue, del que os hablaremos después.
No os vamos a traducir los cuentos aquí porque son largos y los antiguos egipcios utilizaban expresiones y formas de hablar que hoy no usamos nosotros. Os iba a costar entenderlos. Sin embargo sí os queremos contar algunos que os pueden gustar, tanto cuentos como instrucciones o poemas.
El cuento de Sinhue
Este es uno de los cuentos más conocidos. Aparece en varios papiros y en algunos óstraca, aunque no todos son exactamente iguales (hay copias en Berlín, Oxford,…) porque se utilizó para que los alumnos practicaran la escritura. El tema es la huida de Sinhué, un noble próximo al rey, a un lugar de la actual Siria por temor a que le acusen sin motivo del asesinato del rey Amenemhat I, puesto que el cuento comienza diciendo: “Año treinta, tercer mes de la estación de Ajet, día siete. El dios (el rey) ha ascendido a su horizonte (ha muerto), el rey Sehetepibre se ha elevado al cielo, habiéndose unido al disco solar (se a unido a los dioses), el cuerpo del dios habiéndose fundido con quien le creó. La Residencia estaba callada, los corazones afligidos; las puertas estaban cerradas, los cortesanos con la cabeza sobre las rodillas, y los nobles en silencio”.
Fragmento del cuento de Sinhue. Reino Medio. Museo egipcio de Berlín. Tomado de: https://www.metmuseum.org/art/collection/search/545445 |
En el viaje le ocurren muchas aventuras y pasa muchas penurias, pero al llegar a la actual Pelestina y después establecerse en Biblos, en el Próximo Oriente, se enriquece e incluso se casa con la hija de un gobernante local. Desde allí recibe correspondencia del hijo del rey fallecido, que ya ha subido al trono y que se llama Senusert I, pero cuando ya es mayor anhela su país y a su gente y el nuevo rey le invita a volver. Recordad que no había nada contra él. El cuento concluye cuando vuelve al palacio del rey de Egipto y cuando se le entregan regalos, perfumes, una casa muy rica con todas sus pertenencias, vestidos de lino y una tumba donde enterrarse ; es un héroe, pero no a la manera clásica.
Es el típico relato de viaje como “rito de paso”, donde el protagonista tiene que pasar muchas aventuras y situaciones peligrosas hasta llegar a alcanzar una recompensa.
Y como ocurría antes el texto griego de “La Odisea” recuerda a “El cuento de Sinhué”.
El cuento de la joya perdida en el lago
El relato se sitúa en tiempos de Jufu (Keops), el constructor de la gran pirámide de Guizah. El rey estaba aburrido y pidió a sus hijos que le contaran cosas entretenidas que hubieran ocurrido en el país, maravillas que hubiesen realizado los magos egipcios. Uno de los hijos le contó algo que había tenido lugar en tiempos del rey Snefru. Un día que el rey estaba muy aburrido y paseaba por todas las habitaciones de palacio buscando con qué entretenerse, decidió hacer llamar a su sacerdote lector y escriba (que además era mago) a su presencia y éste le propuso organizar un paseo en barca por el lago del palacio. Les acompañaba veinte mujeres muy bellas, que remaban haciendo avanzar la barca. Las muchachas llevaban el pelo recogido con una trenza que estaba sujeta por una joya en forma de pez. Una de ellas, sin querer, golpeó su trenza con el remo y la joya cayó al agua, yendo a parar directamente al fondo del lago. Ante el disgusto de la muchacha y por orden del rey, el mago ordenó a las aguas que se separaran y plegaran una mitad sobre la otra, dejando ver en el fondo seco la joya de la remera que pudieron recuperar. Una acción que recuerda un relato de la Biblia, cuando Moisés separa las aguas del Mar Rojo para que pueda pasar el pueblo judío que estaba siendo perseguido por las tropas del faraón de Egipto.
Colgante en forma de pez, quizá similar al que llevaba la remera. Dinastía XII/XIII. Metropolitan Museum. Nueva York. Tomado de: https://www.metmuseum.org/art/collection/search/546742?&searchField=All&sortBy=Relevance&ft=ancient+egyptian+fish&offset=0&rpp=20&pos=4 |
Instrucciones para Merikara
Este texto forma parte de los llamados sapienciales y se desarrolla en la dinastía X, cuando el rey Hety alecciona a su hijo Merikara.
Es lago, así que sólo os mostraremos algunos de los consejos que da el padre a su hijo y que todavía son vigentes. Dice así:
“Imita a tus padres y a tus antepasados… Mira, sus palabras quedaron fijadas en los libros. Abre, lee y copia (su) sabiduría. El que es enseñado se convierte en un experto. No seas malvado; la clemencia es buena”…
“Es bueno trabajar para el futuro…. Haz que la gente venga a [ti] gracias a tu buen carácter. Es un vil el que ambiciona la tierra [de su vecino] , un ignorante el que anhela lo que otros poseen”…
“Practica la justicia y perdurarás sobre la tierra. Apacigua el que llora; no oprimas a la viuda; no apartes a un hombre de las posesiones de su padre. No dañes a los nobles en sus posesiones. Guárdate de castigar equivocadamente. No mates, pues eso no te ha de ser de provecho”…
Escribas en la tumba de Horemheb. Reino Nuevo. Saqqara. |
La sátira de los oficios
En este otro texto de la dinastía XII, un hombre llamado Duahety quiere demostrar a su hijo Pepy, que cualquier oficio o actividad es terrible si se la compara con el de escriba.
Escriba Merib anotando en un papiro con su cálamo. Otros cálamos los lleva sujetos entre el pelo y arriba a la derecha está representada su paleta con el tintero. Reino Antiguo. Museo de Berlín |
En el texto, como en el anterior, se recomienda el aprendizaje y dice:
...”¡Aplícate en los libros! he visto a los que fueron llamados al trabajo”… y más adelante el padre le dice a su hijo: He visto al herrero en su trabajo, a la boca de su horno. Sus dedos son como garras de cocodrilo, y apesta más que las huevas de pescado. El carpintero que esgrime la azuela está más fatigado que un campesino; su campo es la madera; su arado es la azuela; su trabajo no tiene fin. Hace más de lo que sus brazos pueden hacer. Aún durante la noche tiene la luz encendida. El joyero golpea con el cincel, sobre todo tipo de duras piedras. Cuando ha terminado de rellenar un ojo (un amuleto), sus brazos están exhaustos, y se encuentra fatigado. Está sentado hasta la puesta de sol, con sus rodillas y espalda encorvadas”…
Y así continúa destacando los sufrimientos de los barberos, cortadores de cañas, los alfareros, los albañiles, los jardineros, los pescadores, etc, etc., hasta llegar a las virtudes del escriba: “Mira, no hay una profesión que esté libre de director, excepto el escriba. Él es el jefe. Si conoces la escritura, te irá mejor que en las profesiones que te he presentado”…
Poemas amorosos
Aunque los egipcios no fueron partidarios de representar actos claros de cariño en sus relieves y pinturas (excepto en el reinado de Ajenatón), sí lo hicieron en forma de poemas porque aquellos hombres que vivieron hace tanto tiempo tuvieron los mismos sentimientos que nosotros hoy en día. Se enamoraban y dejaban constancia en sus escritos de la angustia que les producía no ver a la mujer a la que amaban constantemente o sus emociones hacia la mujer que querían. No hemos cambiado nada:
“He aquí que hace siete días que no veo a la bienamada.
La languidez se abate sobre mí
Mi corazón se vuelve pesado
Hasta mi vida he olvidado”…
Y en otro poema un hombre desea transmitirnos el sentimiento que siente al tener a su amada en sus brazos:
Cuando la tomo en entre mis brazos
Y su brazos me enlazan
Es como (si estuviera) en el País de Punt
Es como tener el cuerpo impregnado en aceite perfumado”
Textos: Elisa Castel y Helena Oliver
Fotografías: Teresa Armijo, Elisa Castel, Miguel Gamero, Antonio Lobo, Helena Oliver, Francisco Pérez Vázquez, Cristina Pino, Rosa Pujol, Jaume Vivó, SoloEgipto.
Para el resto de imágenes, las citadas en los pies de foto.