Si un paciente mordido por una serpiente hubiera entrado en la consulta de un médico egipcio hace unos 2.500 años, éste habría echado mano de un rollo de papiro en el que se describían 34 serpientes y sus mordeduras en la escritura hierática utilizada por los antiguos egipcios, con consejos sobre cómo tratarlas. Este antiguo manual se considera uno de los primeros textos médicos del mundo.
Desde que el rollo de papiro se tradujo por primera vez hace 60 años, los investigadores han debatido encarnizadamente la identidad de las serpientes que describe. Ahora, los investigadores han utilizado una técnica ecológica llamada modelización de nichos para dar nombre con seguridad a 10 de estas serpientes. Hoy en día, los médicos egipcios no encontrarían el pergamino muy útil: Según informó el equipo a principios de este mes en Environmental Archaeology, ninguna de las especies señaladas vive todavía dentro de las fronteras modernas de Egipto. Aun así, los expertos afirman que el manuscrito ofrece una visión de las interacciones entre humanos y animales en un pasado remoto.
“Es alucinante” que la modelización ecológica pueda ayudar a responder preguntas sobre la salud de los pueblos antiguos, afirma Gerardo Martín, ecólogo especializado en enfermedades de la Universidad Nacional Autónoma de México (Mérida), que no participó en el trabajo. “Es un uso muy creativo del conocimiento ecológico”.
Los egiptólogos creen que el manual sobre mordeduras de serpiente fue redactado por los sacerdotes de Serket, la antigua diosa egipcia de los escorpiones y otras criaturas venenosas, así como del renacimiento. Sus sacerdotes eran considerados magos o médicos por sus habilidades curativas. A finales del siglo XIX, Charles Edwin Wilbour, periodista y antropólogo estadounidense, compró el pergamino -no está claro a quién- y sus herederos lo donaron al Museo de Brooklyn, donde se conserva actualmente. Es la única versión conocida de este documento. Los investigadores han datado el pergamino en el siglo VI a.C., pero se cree que es una copia de un texto mucho más antiguo. Varios investigadores modernos han tratado de averiguar las especies enumeradas basándose en las descripciones de los sacerdotes, pero han obtenido respuestas contradictorias.
Para saber más, la antropóloga Isabelle Winder y el ecólogo de venenos Wolfgang Wüster, ambos de la Universidad de Bangor, pidieron a su estudiante de posgrado, Elysha McBride, que probara un método utilizado tradicionalmente para predecir el hábitat probable de una especie. La técnica, denominada modelización de nichos, tiene en cuenta las condiciones ambientales del lugar donde vive una especie e incorpora datos climáticos de otros lugares para determinar otros hábitats adecuados. Los conservacionistas utilizan este método para determinar dónde aplicar medidas de protección a las especies amenazadas. McBride retrocedió en el tiempo y utilizó esta técnica para predecir dónde vivían ciertas serpientes en el pasado, incorporando datos climáticos antiguos.
Primero revisó la lista de especies propuestas por otros investigadores. Como las mordeduras eran el área de interés del manual, se centró en 10 especies consideradas especialmente venenosas o agresivas. A partir de datos públicos, trazó un mapa de los lugares donde vive cada especie en la actualidad y analizó 19 variables climáticas -como la pluviosidad y la temperatura media- para dar a su modelo una idea del hábitat preferido de cada especie. A continuación, añadió datos climáticos de hace 6000 años y pidió al modelo que predijera qué especies podrían haberse deslizado por la sabana y los matorrales del antiguo Egipto.
El equipo de Bangor informó el 7 de octubre de que ese hábitat habría sido adecuado para nueve de las diez especies estudiadas, entre ellas la mamba negra, la víbora hocicuda (que hoy en día es la serpiente más mortífera de África) y la víbora de Palestina. El modelo sugería que la décima especie, la víbora nocturna rómbica (Causus rhombeatus), vivía justo fuera de las antiguas fronteras de Egipto, pero aún podía ser conocida por los sacerdotes de Serket, afirma McBride.
“Es sorprendente ver que probablemente hubiera 10 especies que vivían en Egipto y que ya no viven allí”, afirma Anooshe Kafash, paleoantropólogo del Stiftung Neanderthal Museum que no participó en el trabajo. Además de ayudar a aclarar cómo interactuaban los antiguos egipcios con las serpientes, este enfoque puede ser útil “para responder a preguntas misteriosas sobre cómo han interactuado los antiguos humanos con otras plantas y animales”, añade. Por ejemplo, está utilizando modelos de nicho para determinar cómo se propagaron en el tiempo los neandertales y los humanos anatómicamente modernos.
Martin dice que es un uso “fascinante” de la aplicación. Aunque las pruebas fósiles atestiguaban la presencia de algunas de estas serpientes, el estudio aporta nuevas pruebas de que las otras también estaban allí. “Eso es algo bueno”, dice. “Abre muchas vías para entender cómo surgieron algunas enfermedades en el pasado”. Aún así, advierte que no es seguro que los hábitats a los que se adaptan hoy estas especies sean los mismos que preferían hace miles de años. Sus preferencias pueden haber evolucionado con el tiempo, sugiere, por lo que se necesitarían modelos de modelización adicionales para que los resultados fueran “más sólidos.”
Fuente en prensa original: https://www.science.org/content/article/serpents-bit-ancient-egyptians-slither-focus
Descarga del resumen de la investigación: Elysha McBride, Isabelle C. Winder, Wolfgang Wüster (2023), “What Bit the Ancient Egyptians? Niche Modelling to Identify the Snakes Described in the Brooklyn Medical Papyrus”, en: Environmental Archaeology, https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/14614103.2023.2266631>